En nuestro país hay una amplia gama de vinos tintos que podemos maridar con los platos más típicos de cada zona. Acertar con el vino ideal no es nada difícil. Los vinos Rioja tienen muchos matices y aromas, que combinan perfectamente con carnes, pescados de río y pasta con salsa. Cuando el sabor del vino tinto es fuerte, con potente aroma, lo hace ideal para carnes de caza como la perdiz, el jabalí y el corzo, así como también con quesos fuertes. Si el vino contiene un Garnacha, lo podemos maridar incluso con ensaladas acompañadas de frutos secos, al mismo  tiempo que con pescados de sabor intenso. Cuando el aroma del vino es afrutado se suele acompañar con carnes blandas: pescados, setas y quesos suaves.

Como acabáis de ver, para cada gusto tenemos un perfecto acompañante, cada bocado acompañado de un sorbo de vino puede embriagarnos de plenitud, una auténtica explosión de sabor que nos hace disfrutar del momento. Una copa de Hacienda Grimón, con sus toques frutales acompañando a unas setas de temporada, consiguen el el toque ideal que le falta a una tarde lluviosa de otoño.

Cuando queremos disfrutar de unas croquetas de pollo caseras lo ideal sería acompañarlas de una copa de Instinto Romano, de la Ribeira Sacra, con aroma a frutos del bosque y buen equilibrio entre acidez y alcohol. Nos despierta el deseo de repetir una tapita de croquetas y una copita de vino. Es que los taninos del vino tinto no solo benefician la salud de nuestro cuerpo, también la de nuestro espíritu. Cada sorbo lo disfrutamos y si es en una terraza costera en un día soleado junto al mar, muchísimo mejor.

Las propiedades del vino tinto ya eran conocidas hace cientos de años. Reducen el riesgo de depresión – cómo no!-, cuando disfruta nuestro paladar también lo hace nuestro cuerpo, lo que es muy bueno. Además retarda el envejecimiento, mejora el sistema cardiovascular y previene la demencia senil. Eso sí, no deja de ser una bebida alcohólica que debemos consumir con moderación pero siempre disfrutando de su sabor.